Monday, April 03, 2006

Critica de Clarin para el estreno en el Teatro de la Ribera


La ironía de un evangelio apócrifo

"El evangelio según Dario Fo" aporta una mirada crítica. Buenos trabajos en una puesta que se ordena en su transcurso.

María Ana Rago. mrago@clarin.com

Puercos malditos", les grita la Virgen María a los hombres que crucificaron a su Hijo, el Mesías. "Canalla", le dice al arcángel San Gabriel, aquél que le había anunciado que sería la madre del Hijo de Dios y al que ahora, frente a la muerte de Jesús, acusa de haberla traicionado. Claro que esa escena sucede en el marco de la ficción que propone esta pieza pretendidamente anticlerical. El tono irreverente es el común denominador de todos los pasajes de El evangelio según Dario Fo, una mirada crítica sobre la Iglesia y su "palabra", a la que no toma muy en serio. Aquí, las Sagradas Escrituras, pero interpretadas desde la profanidad.

Basado en Misterio buffo del dramaturgo italiano Dario Fo —quien recibió el Premio Nobel de Literatura en 1997—, El evangelio... sube a escena en el teatro de la Ribera, con un elenco integrado por Antonio Ugo, Cutuli, Luis Campos, David Di Nápoli, Pyr Zenergam y Aníbal Zorrilla (responsable de la música del espectáculo, interpretada en vivo).

La versión de Claudio Nadie se permite algunas, sutiles, referencias locales (como a "la mano de Dios", la de Maradona, a la que se hace alusión como si se tratara de un milagro más). Las actuaciones son buenas, responden a un nivel parejo y aciertan con la expresividad que exigen el texto y los personajes (juglares que cuentan historias); aunque la velocidad con la que los actores hablan en algunos momentos atenta contra la claridad.

A la puesta le cuesta ordenarse; en el comienzo, la suma de elementos y el modo en el que van encontrando su espacio en el escenario expresan un caos que demora en definir su rumbo. El desarrollo cuenta con ocho monólogos (todos con intertexto religioso), a cargo de los distintos actores; hay una suerte de conexión entre las escenas a través de la música y de la presentación de los temas, que en algunos casos más que enlazar las partes, dispersa. El ritmo en el inicio es lento, pero luego se recupera.

Con un lenguaje directo, el mensaje llega a los espectadores. Además de reivindicar el canto de los juglares, la obra presenta relatos bíblicos desde una mirada apócrifa. Uno de los momentos más logrados de El evangelio según Dario Fo es la narración de la resurrección de Lázaro. La historia, contada por Luis Campos, alcanza un vuelo creativo que se destaca por sobre otras de las que componen la pieza. El pueblo se reúne a la espera del milagro que hará Jesús, antes de su llegada, y el narrador establece un paralelismo entre la resurrección de Lázaro y la realización de un espectáculo popular. Las bodas de Caná también encuentran un relato original e interesante en esta puesta, siempre desde una mirada muy irónica. Antonio Ugo es el narrador de ese episodio bíblico en el que Jesús convierte el agua en vino.

La sala no le juega demasiado a favor a la puesta que, por su carácter, tal vez resultaría más acertada en un ámbito más intimista. Finalmente se trata de una comedia, donde el tono predominante es el paródico y en la que la intención de burlarse de los discursos de la Iglesia no parece sostenerse mucho más que en la burla en sí misma y su efecto humorístico. Si bien hay un discurso crítico evidente hacia la Iglesia y sus creencias.

http://www.clarin.com/diario/2005/11/02/espectaculos/c-01001.htm

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